Las familias multiproblemáticas, nutridas de emigrantes, desempleados, pequeños delincuentes y otros personajes emblemáticos de la marginalidad, pueblan esos ghettos coloreándolos con tintes casi tan específicos como los que antaño ilustraban la relación de los psicóticos crónicos con los manicomios. Los servicios sociales y sus profesionales encarnan el mandato social de trabajar contra la marginación facilitando la integración cultural (sanitaria, laboral, escolar, jurídica, económica, etc.) de unas personas que distan de desearla unánimemente. En tan ardua tarea, convertida en frustrante cuando se asimila a una lucha de imposible victoria, los instrumentos sistémicos constituyen una importante fuente de recursos tanto para la formación de los profesionales como para el trabajo social y psicoterapéutico con los usuarios. |
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